domingo, 10 de agosto de 2014

EN EL PORTAL DE BELEN JUNTO A SAN JUAN PABLO II



¡Qué hermosa es la Navidad!

     Este encanto es la revelación del misterio del recién nacido, la revelación de la verdad, del bien y de la belleza, que subsiste en él y que, más bien, son él mismo. Los ojos iluminados por la fe descubren el encanto del Misterio de Dios bajo la apariencia de la pobreza y del abandono.

    ¡Cuánta belleza vieron los ojos de María aquella noche! No hay modo de expresarla. Y la mirada de José seguía a la de su esposa.

    Asi toda la pobreza exterior se transforma en sus corazones en la más grande riqueza, a la cual nada puede compararse. Verdaderamente sólo de este modo podía nacer Cristo.. Sólo así podía habitar entre los hombres el Enmanuel, el mensajero que trae la Buena Nueva (cf. Is 52,7).

SAN JUAN PABLO II
 MENSAJE URBI ET ORBE
25 de Diciembre de 1.988

IMAGEN.- Nacimiento de Cristo.
AUTOR.- Mariotto Albertinelli
FECHA.- 1.503
TÉCNICA.- Oleo sobre tela.
LUGAR DONDE SE ENCUENTRA.- Galería de los Uffizi de Florencia en Italia. 

ORACIÓN DE LA MAÑANA



Creo en ti, Señor, pero ayúdame a creer con firmeza.
Espero en ti, pero ayúdame a esperar sin desconfianza.
Te amo, Señor, pero ayúdame a demostrarte que te quiero.
Te adoro, Señor, porque eres mi creador
y te anhelo porque eres mi fin.
Te alabo porque no te cansas de hacerme bien
y me refugio en ti porque eres mi protector.
Que tu sabiduría me dirija en este día
y tu justicia se a la medida de todos mis actos.
Que tu misericordia sea mi cosuelo
y tu poder me defienda del mal.

CLEMENTE XI

Fotografía, amanacer sobre Piedrahíta (Avila). Un día nublado,
el primer rayo del sol dora las nubes que llenaban
aquella mañana el cielo.

miércoles, 6 de agosto de 2014

PENSAMIENTOS SOBRE JESUS DE NAZARET DE SAN JUAN PABLO II. LA TRIPLE MANIFESTACIÓN DEL AMOR DE PEDRO


El Mar de Galilea foto de Camilo Ezagui

     Pedro, que a la hora de la prueba negó tres veces a su Maestro.. Y su voz temblaba cuando respondió: "Señor, tú sabes que te amo" (Jn 21, 15). Sin embargo, no respondió: "Y no obstante, Señor, te he decepcionado", sino: "Señor, tú sabes que te amo". Al decir esto, sabía ya que Cristo es la piedra angular sobre la cual, por encima de toda debilidad humana, puede crecer en él, en Pedro, esta construcción que tendrá la forma del amor. A través de todas las situaciones y de todas las pruebas. Hasta el fin. Por eso, escribirá un día, en su Carta que acabamos de leer, el texto sobre Jesucristo, la piedra angular sobre la cual "vosotros, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios por Jesucristo" (1 Pe 2, 5).

     Todo esto no significa otra cosa que responder siempre y constantemente, con tenacidad y de manera consecuente, a esa única pregunta: ¿Tú amas? ¿Tú me amas? ¿Me amas cada vez más?

        Es, en efecto, esta respuesta, es decir, este amor lo que hace que seamos "linaje escogido, sacerdocio regio, gente santa, pueblo adquirido..." (1 Pe 2, 9). Es la que hace que proclamemos las obras maravillosas de Aquel que nos "ha llamado de las tinieblas a su luz admirable" (ib.). Todo esto Pedro lo supo con la absoluta certidumbre de su fe. Y todo esto lo sabe, y lo continúa confesando, en sus sucesores.

SAN JUAN PABLO II. Homilia. Santa Misa en la Catedral de Notre Dame de Paris,
durante la Primera visita apostólica a Francia del Santo Padre,
30 de mayo de 1.980